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NORA CARBAJAL

Comencé a correr hace algún tiempo ya, tal vez 8 o 9 años. Recuerdo que mis dos hijos estaban pequeños y quería hacer algo para estar en forma, pero con los deberes del día a día acababa exhausta, así que tomé la decisión de realizar una actividad en la que no pudiera ser interrumpida, que la pudiera hacer sin prisas, es decir, que fuera mi tiempo.

Así que empecé a despertarme más temprano de lo habitual- lo cual me costó mucho trabajo pues mi horario de entrada es 7:15 a.m.- al principio 30 minutos, había un pequeño jardín frente a la casa y combinaba caminar y correr. Poco a poco, fui aumentando el tiempo en el que corría, hasta que logré hacerlo por completo esa media hora, sin parar ni caminar.

Entonces fue que el jardincito frente a casa me quedó chico, por lo que me aventuré a recorrer av. Irrigación o el eje alrededor de las 5 am, por loco que suene siempre había dos o tres personas más realizando la misma actividad. Después de un año me decidí unirme a una carrera, fueron los 5 kms de Bachoco, una experiencia maravillosa, recuerdo la emoción al llegar a la meta, la felicidad, ganas de llorar. Meses después, en el 2014, me inscribí a la carrera de DE ACERO en la misma distancia, la cual también sufrí y disfruté.

¿Cuál fue mi tiempo? No lo recuerdo, entrenaba sin reloj, app, celular, música. NADA, mi idea era salir a correr sin nada que pudiera llamar la atención de los amantes de lo ajeno, así que calculaba de día la distancia que correría la mañana siguiente, anotaba la hora en que salía de casa, y la hora en que regresaba, realizaba mis cálculos y así trazaba mis planes de entrenamiento, los cuales eran hechos por mí misma, sin conocimiento específico.

No regresé a una carrera hasta el 2021, esos 7 años tuve muchas intermitencias entre no hacer nada o recorrer 15 kms diarios, entre trabajar y estudiar de lunes a viernes y atender casa y familia, el domingo me parece el día perfecto para tomar las cosas con calma, descansar, y renovar energías. 

Sin embargo, durante la pandemia, me di cuenta de que existen grupos de runners en FB, me animé y solicité ser admitida en uno de ellos y fui recibida de la mejor manera, he conocido en persona a gente MARAVILLOSA, BUENA VIBRA, CON UN GRAN CORAZÓN, he conocido a muchos otros sólo de manera virtual. El haber entrado al grupo, aunque mi participación ha sido principalmente online, me ha enseñado muchas cosas. En los pocos entrenamientos grupales en los que he participado, cada uno me ha compartido técnicas, tips, consejos, experiencias, los cuales recibo con la mente y el corazón abiertos.

De estas personas he aprendido que lo importante no es ganarle a otros, sino retarse a uno mismo, por lo que me animé a enrolarme en el maratón Celaya, durante este año compartí entrenamiento con muchas personas, algunos por casualidad, otros planeado, sin importar cómo, pero este año sentí el apoyo de mucha gente que apenas conozco, y apenas me conocen.

Parte de este entrenamiento, mi inscribí y participé en el Medio Maratón Bajío, el cual disfruté como si fuera una fiesta, de verdad toda la ruta fue un festejo, en esta ruta hice 2:02 en total, me sentí satisfecha con el resultado, y más motivada que nunca para el 42k.

Se llega el día deseado. Toda la semana no dormí, no podía pensar en otra cosa. El plan: correr a 5:50 el kilómetro y terminar en poco más de 4 horas. No se logró. La realidad: 4 horas con 45 minutos. Llevo tres semanas dándole vueltas al asunto, analizando y cada detalle, cada acción, buscando qué salió mal. NADA SALIÓ MAL. Terminé la distancia entera, sin calambres, sin ampollas, sin dolor. Terminé la carrera con nuevos amigos, con relaciones afianzadas. Les mostré a mis hijos que también cuando hay cansancio hay dicha, que lo que uno empieza lo debe terminar.

El nuevo plan:   Maratón en octubre, a 5:50 el kilómetro, hasta que lo logre no dejaré de intentarlo.

Nora

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