LOS INICIOS.
Agradeciendo el honor de participar en esta sección, me llamo Luis Antonio Rodríguez y me dicen Pichu. Se me vinieron tantas cosas a la cabeza que no sé por cuál de ellas empezar ya que el ser un corredor para mi es una forma de vida y que en mi caso muy particular quizás como muchos de ustedes la inicié sólo por mi salud y apariencia física. Todavía recuerdo la última vez que me costó trabajo abrocharme las agujetas, dije basta! Hasta aquí, a partir de mañana salgo a hacer ejercicio y tal cual así lo hice empecé corriendo 100 m, 200 m y así sucesivamente, claro está sin yo saberlo al paso de mi trote sentía yo que iba volando, pero de alguna manera feliz porque empezaba a hacer ejercicio.
MIS PRIMERAS CARRERAS.
En aquel tiempo una persona me invitó a hacer una carrera de 5 km cuando yo solamente corría hasta 3 km, moría de risa y de incredulidad y yo mismo le contestaba no como crees 5 km ni que estuviera yo loco, cuando me di cuenta ya lo había terminado. Así mismo sucedió en los próximos meses que corrí nunca creí llegar a 10 km pero sin embargo lo volví hacer, de ahí en adelante mi meta era entrenar cada día más y pensar que algún día llegaría correr 1/2 maratón y externándole a la demás gente y a mí mismo que los que corrían un maratón estaban locos para correr 42 km, que yo a lo máximo que correría serían 21 km y hasta ahí pararía, sin embargo al irme preparando y correr nuevamente esos 21 km el hambre en este caso de lograr algo, que para mí era imposible me llamaba la atención y empezaba a brincarme en mi cabeza como un grillito ¿si podré? ¿Acaso también estaré yo loco? ¿Pero si podré terminar la carrera? No lo sabré si no lo intento, aunque sea un maratón, pero lo voy a hacer.
EL MARATÓN.
Seguí con mi preparación, hasta llegar a aquel primer maratón en la Ciudad de México, ciudad donde nací… uffff qué gloria, qué gusto y qué satisfacción pasaron por mi mente, me costó sudor, me costó lesión, me costó mucho dolor, pero la recompensa de atravesar la meta fue la que me curó o hizo que se me olvidara todo ese sufrimiento transformándolo en gloria, transformándolo en alimento para mi alma, para mi espíritu, para mi mente. Y de ahí en adelante pues entré al club de los que yo decía que estaban locos y sí, a partir de ahí me consideré un loco más que corría un Maratón. A partir de ahí mis entrenamientos y siguientes carreras de cualquier kilometraje en ciudad o en cerro, mi único adversario iba hacer yo, cada carrera posterior era competir contra mi anterior tiempo, era lo único que pensaba. ¡Caray! Con que llegue un minuto antes de mi mejor tiempo me daré por satisfecho y así lo hacía, tal pareciera que mi sombra fuera la que me empujara para salir adelante y lograr vencer mi propio esfuerzo, mi propio tiempo. Es increíble la preparación y la madurez mental, física y espiritual que te tienes que llevar para ir rompiendo tus metas y para ir rompiendo tus propios tiempos, a lo largo de este tiempo he aprendido a disfrutar cada kilómetro, he aprendido a escuchar mi respiración, he aprendido a escuchar al compañero que me da ánimos y me da consejos, he aprendido a levantar a las personas y darles ánimos, he aprendido a que la única barrera que tiene uno es su propia mente. Hoy ya con 4 maratones desde mis inicios y el hambre por hacer uno más siempre estará presente ya que es el alimento de cualquier deportista. Cada lección que he tenido a lo largo de estos años para mí no ha sido algo malo, para mí ha sido un aprendizaje ha sido una cicatriz de algo que tengo que aprender para mejorar y debido a ellas y a las lesiones por las cuales he pasado, he madurado, sin embargo, lo loco por correr un maratón, lo loco por correr un 21 en Trail, lo loco por querer romper siempre mi propia marca nunca se me quitará mientras tenga piernas, corazón y vida siempre estaré en las pistas. Aún recuerdo las palabras de alguien que me dijo después de que corrí mi maratón “ya no corras“, “estás loco”, “ya estás grande”, “tú no estás para esos trotes” y la verdad es que las agradezco mucho porque gracias a ello me empeñé más en demostrar que no hay edad para lograr y alcanzar nuestros sueños.
LO QUE ME HA DEJADO CORRER.
Quiero agradecer a cada compañero y amigo con los cuales he compartido a lo largo de estos años hombro a hombro comentarios, experiencias, consejos, tristezas, gracias… gracias… gracias… por haberme enriquecido y por haberme hecho saber que no solamente yo utilizo el asfalto para que sobre el caigan mis lágrimas, caiga mi sudor, caiga todo mi esfuerzo y el peso de mi cuerpo, con tal de seguir adelante paso a paso, metro a metro, kilómetro a kilómetro, hasta nuevamente cruzar esa meta con los brazos en alto y decir Gracias Dios… Gracias Dios … Gracias Dios.